Caminó por esa casa de espejos, sonriendo a cada uno de los reflejos. Abrazándolos, sintiéndolos. La música exterior le animaba a continuar caminando de manera estúpida
-No son reales-dijo aquella dulce voz
-Quiero que lo sean- respondí, desanimándome.
'No lo son'
Aquella voz tomaba forma, su figura recordaba cariño, algo que debía adorar y retener. A pesar que la ilusión desaparecería pronto.
'Reflejo'
-Pero le amé- dije sin dudar.
-¿Tan pronto?-
'Es que olvidé que es éso'
Un delicioso algodón de azúcar... quice tomarlo, comerlo, tenerlo. Pero venía del espejo
-Ojalá hubiese hecho algo- Me respondió.
Es tarde y ambos lo lamentamos.
Por lo que seguí caminando. Una pastilla de menta. Un Halls, de esos negros.
-...- Pensé
Sonrió, y se fundió entre la salida y la entrada. Tan ambigua como la sensación que me producía comerla. Gusto, pero de ésos que molestan e incluso duelen un poco.
Mi sonrisa indicó que volvería a buscar aquel molesto placer. Quizás con otra postura, pero volvería.