Mostrando entradas con la etiqueta Must Read. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Must Read. Mostrar todas las entradas

14/12/09

undostrés ó un dos tres ó un, dos, tres ó cero.

Loksins Erum Við Engin

Te odio. - [Grito de llanto.]

Comienzo a sentir el cosquilleo en mis antebrazos. Hacía mucho tiempo que no tenía la necesidad de hacerlo. Quizás porque aquella armadura me había privado de todo sentimiento, entonces los sonidos se filtraban en mí mientras dormía, salían de mi cabeza como vapor, sin lograr que yo los sienta.
Entonces dormía tranquilo. Sin problemas.
Pero ahora ya no y mi cuerpo exige algún tipo de liberación, la presión de los sentimientos reprimidos se encuentran en estado de ebullición. No flotarán mucho más rápido por más que duerma. Por más que me distraiga...

Entonces, después de asumir eso, me acerco al velador donde sé que tiene esas pastillas. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. No más pues empezaré a alucinar y cuando alucino me siento culpable. Me siento en el suelo, e ingiero las seis de una vez y la botella de agua mineral que me vendió la señora. ¡Tan sanito que es usted! Me dijo mientras yo le respondía con una sonrisa. -¡No sé cómo tiene esas ojeritas mi niño. Debe ser tanto que tiene que trabajar!- Quizás tiene razón. No sabe que alguien tomó mi caparazón, me lo quitó y luego me dejó tirado, hablándome de vez en cuando. Me dejó vulnerable y ahora se hace el tonto hablando de cosas triviales. Me tiro en el suelo mientras suena alguna canción que no podría recordar ahora.
!& minutos de tonta espera para que llegue el efecto. Siento de inmediato mis ojos dilatados y esa energía rara que te llega de no-sabes-dónde y todo comienza a tomar sentido. Extraño, debo reconocer, pero sentido al fin y al cabo. Pienso si debo llamarlo o no... quizás lo haga ahora... o más rato... o nunca.

Vete de aquí - [Susurro a los fantasmas.]

Entonces, después de asumir eso, lo llamo. Llega a los 15 minutos con la cara afiebrada, sabe a lo que viene. Sabe que no tendrá de mí todo lo que quiera, pero su mayor victoria el verme así de vulnerable. Siempre espera este momento, desde que nos conocimos hace algunos años atrás. Es como un pacto que ninguno de los dos ha aceptado, pero acatamos al pie de la letra: No lo quiero como pareja, nunca lo haré. Ya ni siquiera es necesario repetírselo, pues sabe que me tiene cuando lo necesito, entonces, tiene mayor poder que nadie. Me es fiel porque así lo quiere, porque siente que no estoy corrupto, que sólo las circunstancias me convirtieron en éste.
Para qué decir lo poco que me alegra verlo, pues cuando está, es porque de verdad estoy mal. Algo estoy haciendo mal, o algo hice mal. Pero no importa. Nos hemos gustado sexualmente desde que nos vimos. Lo mejor, es que no tengo que fingir nada, simplemente me dejo llevar: Ni siquiera me saluda y comenzamos a besarnos, yo lo aprieto fuerte de la cintura, lo pego a mí para sentirme parte de algo, como siempre con él. Lo aprieto fuerte, mientras su lengua recorre mi boca en busca de un alma que no está en este cuerpo. No importa, tenemos lo que queremos ahora. No quiero soltarlo, no puedo hacerlo, pero sus brazos libres me acarician la cara, el cuello, mi trasero, logrando desatar todo. ¿Para qué contenernos si ya lo hemos hecho tantas veces?
Siento el bulto en su entrepierna comenzar a crecer, sucediendo lo mismo con el mío. Entonces, nos apretamos más en muchos besos que olvidan la regla, la etiqueta o la cordura. Paso mi lengua por su cuello, luego beso el lóbulo de su oreja mientras respiro en su oído y le digo: ¡Eres mío weón, mira como me calientas! en un susurro mezclado con los gemidos, pues en ese momento comienza a acariciar mi miembro erecto. No logra pasar mucho rato así, pues lo volteo, le bajo los pantalones y comienzo a moverme entre sus nalgas. Sé que eso le calienta mucho. Yo con mis pantalones puestos y él ya medio desnudo. Le gusta parecer débil y a mí me gusta parecer fuerte. Tomo su pene con mis manos y comienzo a masturbarlo mientras sigo frotándome en él. Pasan así unos minutos y se da vuelta. No me mira, no sonríe, no tiene esos actos romántico-juguetones tan característicos de él pero mata pasiones. Simplemente se deja al instinto tanto como me he dejado yo y me saca de los pantalones y comienza a chupármela, dios, cómo me gusta... para qué demorar más el asunto... lo tomo de la cabeza, lo obligo a que se la trague entera. Una vez hecho eso, lo tomo del pelo y lo levanto y lo beso, me encanta sentir el sabor de mi pene en su boca, me enloquece más. Así, lo giro fuertemente, masajeo su ano en lubricante y lo penetro. -¡Sí weón!- dice con la voz quebrada. Y no dice más... pero eso es suficiente para que lo clave con más fuerza aún. -¡Acaba rápido!- Me dice. No le gusta que lo penetren mucho rato, pues es activo... Eso es lo único que no me gusta de él. Quisiera tenerlo mucho más tiempo de lo que el "soporta". Pero bueno, Yo igual estoy demasiado caliente y simplemente me dejo llevar.
En la cama, él de espalda con las piernas abiertas y yo penetrándolo con fuerza... mucha más mientras él comienza a masturbarse. Lo miro a la cara, sé cuando está por acabar y trato de hacerlo junto a él. Esta vez lo logramos, antes siempre me iba antes... gemimos mientras lo hacemos y los dos expulsamos nuestro semen, él, en su pecho, casi tan fuerte que llega a su boca y yo dentro suyo.

"Nada de lo que queremos y todo lo que podemos dar." Se me ocurre justo antes y me parece divertido.

El máximo momento en el que somos uno, ¿será uno, tres, quince minutos esta vez? Nunca lo sabemos. Pero por algún motivo me nace abrazarlo. Pero no podemos. Podríamos confundirlo todo y cagarla... otra vez.
Siento que quiere besarme, a si que me alejo hacia el baño y le acerco algo, no recuerdo qué para que se limpie y tomamos una ducha juntos.
Después de un rato él quiere irse y yo que se vaya.

Déjanos en paz. - [Último acto.]

Entonces, después de asumir eso, tirado en la cama, él come una pizza. De esas grandes individuales. Ya me acostumbré a verlo comer tanto. Ver comer a la gente siempre me ha saciado y me libra de ese apetito, por eso siempre pido una grande. Así está bien. Cuando están satisfechos no se preocupan que tú comas. Ya conoce todas mis trancas y las entiende. Dice que él quisiera ser como yo, pero que le da nervios hacerlo, que lo pillen o que simplemente le de hambre.
Lo miro divertido, pues no entiendo por qué siente ese tipo de admiración, pero si me entiende, bien. Al menos puedo ser yo mismo.
-Debe ser como lo que yo siento con Cristian- Le digo pensativo.
-¿Sí?- pregunta él mientras, aburrido de la pizza se acerca a verme jugar con el cuchillo.
-Da lo mismo- Sentencio despreocupado mientras lo deslizo por su frente.
-¿Lo harás?- Dijo sin siquiera moverse.
-Sí- Respondo, mientras le paso el mango del elemento cortante aquel. -Pero que sea rápido- Añadí antes de arrepentirme.

Él siempre lo ha hecho, siente cierta obsesión con eso. Es ahí, quizás cuando se vuelve mucho más fuerte que nunca. Cuando sale realmente quién es y me maneja como quiere.
Cuando entiende por completo mi debilidad y ya no hay nada que pueda hacer al respecto.
Así, entierra el cuchillo en mi antebrazo y comienza a cortar en horizontal, luego en vertical... Una magnifica cruz de carne abierta. No tan profunda ni tan superficial. Llevaba años practicándolo conmigo y ahora era casi un especialista. La sangre comenzó a fluir en un rato.

-Me gusta que el piso sea de baldosas- Observó. -Así limpiamos más rápido.
-Pero la sangre coagula más rápido en acá - Respondí -Y me gusta verla líquida-


En este instante recorre la herida de manera diagonal. Un poco más profunda y dolorosa.
-¡Mierda!- Grito. -¡Aweonao!- y comienzo a reír mucho... mientras la sangre cae descontrolada al suelo. Y no nos importa.
Disfrutamos el momento un rato y me abraza. Siempre son cálidos en este estado.

Siento un sonido que me dice "me gustaría que no te preocupes"
Sonrío mientras me tiro en el suelo. Siento mi conciencia proyectarse hacia afuera
Ahí estoy, tirado, con una pizza pequeña con dos mordiscos, un cuchillo negro, y el espejo lleno de mi sangre.
Entonces le digo a aquella voz: -"En ningún momento lo he hecho"- Y me hecho a dormir, pues he tenido un día intenso.

7/11/09

Día de pago

Todo estaba bien, él tenía la certeza que nada podría interrumpir lo que sucedía. Que la cadena de hechos era eso: una cadena sin débiles eslabones. Todo lo que pasaría en lo ahora relatado, simplemente tenía que ser. De eso no hay dudas.

Ahora, es algo confuso, y además algo borroso. Lamento reconocerlo.

Sin más preámbulos, comenzaré:

Estaba en el segundo piso de mi casa, precisamente cerca de la escalera, cuando llegó él.
Pablo tenía un problema, lo noté en su cara cuando comenzó a contarme sus inquietudes. Tenía miedo que alguien quisiera hacerle daño y con justificada razón, pues Héctor y Giovanni miraban desde mi pieza.

Se dedicó a justificarles sus equivocaciones, de alguna manera sentí lástima por él, mal que mal, no toda la culpa era suya.
Entonces Héctor abrió la boca: -"No hay explicación que valga."- Sentenció. Un súbito temblor recorrió mi cuerpo. -"Vas a tener que pagar."

Las lágrimas invadieron mis ojos al entender el mensaje: Ya no vería más a mi admirado Pablo. Todo quedaría reducido a lo que decidan hacerle.
Héctor me mira con una forzada sonrisa. -"Lo lamento, Iván, pero está sucediendo en tu casa y no puedo correr el riesgo de que digas algo".-
Otro temblor mientras miro a Giovanni, quien sonríe melancólicamente.

-Me voy, tengo otros asuntos que completar- Héctor baja la escalera con sus pesados pasos mientras Pablo está inexpresivo, nada de lo que dijo parece perturbarlo.

Giovanni acerca lentamente su boca a mi oreja, mientras susurra -"Sal de aquí".- Hay algo sensual en él, algo inexplicable. Quizás su silenciosa manera de estar ahí, tan presente que nadie podía pasarlo por alto, pero tan ausente que nadie podría hablarle.
Atolondrado, salgo de la casa.
Llorando por las calles. De verdad no sabía que iba a pasar, de verdad no podía hacer nada.
Vagué no sé cuánto tiempo, temiendo que alguien llegara, quizás para ser corrompido con todo lo que sucedía en esa casa.

No sé por qué no intenté escapar, quizás buscaba que Giovanni me hiciera algo, que haga desaparecer con un certero corte todo.
Miraba tembloroso las calles durante la tarde, con esos colores apagados característicos  y repetitivos, lloviznaba como es común acá. Los autos pasaban haciendo su característico sonido monótono.

Nada bueno que hacer en la calle, por lo que decidí volver a mi casa.
Subo nervioso las escaleras, no había algo extraño. Se veía todo intacto... pero el ambiente era distinto: Sabía que Giovanni estaba y Pablo no. Podía sentirlo y  ya no a Pablo y lo lamenté.
Entro al baño, para refrescar mi afiebrada frente, y miro al estante del espejo. La cabeza de pablo estaba ahí.
Entré en un estado de indiferencia absoluta tomé su cabeza. La miré. Ya no sangraba.
Juro que sentí algo similar a la pena.

Quizás intenté besar su cabeza, quizás lo pensé. Quería despedirme de él.
De repente siento un gélido abrazo: Giovanni estaba detrás.

-Incluso te preocupaste de limpiar todo.- Dije sin atreverme a mirarlo.
-No quiero causarte más problemas.- Respondió de manera natural, mientras me giraba. Sus ojos café no lograban expresar algo. -Siempre eres bienvenido de vuelta.- Añadió mientras acercaba su boca.

Tomé su cuerpo desnudo y lo besé.
Ya no había caso de luchar contra él.
Era mucho más fuerte y tentador.
Simplemente me dejé.
Y con eso el fénix murió para no volver a renacer.

2/8/07

Culpa

Estaban en su cama. Era hora de dormir.
Antonio quería tocarlo. Deseaba sentir aquello que estaba prohibido.
-¡Buenas noches!- Dijo Eduardo.
-¡Chao!- Respondió.
Se lo imaginó desnudo y tembló de placer... se acercó un poco para sentir más de su calor. Le tocó una pierna y sus vellos le provocaron una sensación extraña.
-¿Quieres jugar a algo?- Preguntó Eduardo.
Antonio se sobresaltó... se lo imaginaba durmiendo. -¿A qué?- Dijo inseguro.
-Como estás tocando mi pierna... creo que yo puedo tocar la tuya, además, como cumplí 21, creo que me merezco un regalo.-
El joven retiró su mano al escuchar esas palabras. Mas Eduardo se dió vuelta mientras movía su brazo en dirección a las piernas de Antonio.
-'No pensé que haría eso'- Dijo para sus adentros.

Poco a poco ambos estaban recorriendo el cuerpo del otro. Con caricias tímidas, Antonio pasó sus manos por la espalda de Eduardo, su sudor le seguía provocando sensaciones placenteras.
Sus respiraciones se entrecortaban... y así, poco a poco acercaron sus manos a la entrepierna del otro.

Eduardo, un poco más agresivo, tiraba de la ropa interior de Antonio, sin tocar nada.
Antonio, un poco más tímido, pasaba sus manos por el elástico del slip. Más vellos... qué placer.
Así siguieron su juego unos minutos. Cada vez sentían más calor. Cada segundo que pasaba significaban más ganas de dejar totalmente desnudo al otro.

-Ven- Dijo Eduardo, agarrándolo y poníendolo sobre él.
Antonio gimió al sentir sus miembros frotándose. Gimió al sentir cómo sus nalgas eran tocadas por esas grandes manos. Gimió al sentir cómo le bajaba el boxer. Y gracias a ese acto, se atrevió a sacarle el slip.
Así sus dos cuerpos húmedos comenzaron a frotarse entre sí.

-¿Te gusta?- Preguntó Eduardo con la voz agitada.
-Sí, no pares...-
-¿No te aburre?-
-No-
-Deberías, porque quiero que hagamos otras cosas-

Antonio dudó un poco. -Voy a hacer lo que quieras.- Dijo, mientras acercó su mano al miembro de Eduardo y lo sintió mojado.
-No te puedes retractar.-
-No lo haré.-
-Quiero que lo metas en tu boca.-
Antes que el joven pudiera protestar, Eduardo se había movido de tal forma, que su pene quedó cerca de la cara de Antonio. Y lo vió... grande, sabroso... un líquido salía de su orificio. Casi sin dudar, puso su boca completa en aquella masa de carne.
Una mezcla de sensaciones recorrieron su cuerpo... mas no se detuvo... Pasó su lengua por todas partes... de repente sabía qué hacer. De repente, todo estaba permitido.

-Pendejo de Mierda- Exclamó Eduardo. -Me parece que ya has hecho esto antes, la chupas muy rico.-
Antonio no respondió. No dijo que era la primera vez con un hombre.
Y así se mantuvo un rato... entregándole placer a su ídolo... al hombre que más admiraba.
-Para- Dijo Eduardo de repente -Te lo tengo reservado para después.- Se incorporó. -Voy a hacerte mio. Y no vas a reclamar, te va a gustar.-
-¡Qué vas a hacer?- Preguntó Antonio asustado.
No respondió, sólo puso al joven boca abajo. Y luego comenzó a lamer su trasero.
Antonio jamás había sentido algo parecido. Un placer que nacía en su ano y se desparramaba sin control por su cuerpo.
-Quiero... que...-
-Sí-
Sin previo aviso, sintió como era penetrado. No era eso lo que quería. El placer que hace tres segundos sentía, se convirtió en un dolor horrible.
-Sí... tranquilo... sé que te duele... pero sé que lo quieres.- Susurró Eduardo sobre él. Su cuerpo sudado le provocaba más calor.
-Para...- Dijo Antonio. Que estaba a punto de enloquecer. No sabía cómo sentir. El dolor ya le había invadido, pero de alguna forma, no quería dejar de ser penetrado.
-No- Respondió mientras comenzaba a embestirlo una y otra vez. -Ahora eres mio. Cualquier persona con la que te metas te recordará esto. Y querrás que sea yo.-
Subiendo el ritmo cada vez un poco más.
-No pares...- Dijo ahora Antonio.
-No pararé, te seguiré culeando hasta que acabe en ti.-
-¿Acabar?-
Un gemido muy fuerte, El ritmo había cambiado. Antonio sintió como todo el líquido pasaba por dentro de él. Eduardo se movía extraño.
-Estuviste muy rico pendejo...-
-¿Qué pasó, por qué paraste?-
-Verdad que tienes siete años no más... Mira... acabar es...

29/6/07

в сновидении

Desnudo, frente a un espejo... veía mi interior, vacío. Solo.
No tenía ropa para llevar y me preocupaba, porque podía ofender a Dios, o porque no sabía dónde terminaría el dia.
No importaba al fin y al cabo, a si que me vestí. Me puse el terno y fui a la iglesia sin ropa interior.
Lo que pasó en la iglesia, lo olvidé. Quizás porque nunca estuve en ella, o porque nunca creí en Dios, o porque simplemente lo olvidé.
A la salida, estaba su padre. Aquella persona a la que le tengo mucho miedo. Pero estaba bien, al menos se iba. Y Sebastián corría tras él... '¡Papá, papá... espérame!' Pero Marcelo era más rápido que su hijo. Y Sebastián lloraba.
¿Qué haré ahora? No tengo dónde ir. No puedo quedarme aquí, porque no pertenezco a aquí.
Marcelo pasaba otra vez corriendo, doblando la esquina y los ojos de Sebastián brillaron otra vez ¡Papá!... Marcelo pasaba de largo otra vez.
No sentí rabia, no sentí algo... para nada...

A si que me fui a esperar el bus...
'Creo que Marcelo...' Me detuve al darme cuenta que estaba a unos cuantos metros de mi. Pero al ver que tenía la atención de mis amigos, tuve que seguir hablando
'... es un poco brusco.'

Llegué al paradero... Me acerqué a Marcelo.
'No me voy contigo. Me voy donde Ana.' Dije bajando la vista, sintiendo el poder de su presencia... sintiendo el miedo que me provocaba.
'Bueno, tú pagarás las consecuencias después.' Se fue... Ojalá para siempre.


Subí al bus con todos los 'hermanos' de la iglesia. [Malditos imbéciles. Dejen de perder su tiempo.]
Me iba donde Ana... Hace tiempo que no la veía y hace tiempo que no la recordaba y hace tiempo que no le decía 'Te quiero' y hace tiempo que ni siquiera sentía pena por ella y hace tiempo que... nada, filo.
Pero recordé que no llevaba ropa interior puesta. Menos mal que Susana la tenía en una bolsa.
Espere, pensé... como si así pudiera detener el curso de la vida.
Espere, susurré... logrando captar la atención de los que estaban cerca de mi.
Espere, dije... Mis compañeros de asiento se estaban molestando.
Espere, grité... ¡Pobrecito! Decían las ancianas.

Corrí a la puerta del bus. Ahí estaba ella, Susana. Con su hermosa sonrisa y sus lágrimas cayendo. No sé por qué nunca le di importancia a esas lágrimas. Pero ahora daba lo mismo. Ya no era parte de mi. Ella era parte de ella.
Estaba con Carolina. Linda, La Joyita... La Traidora.
¡Cuídate! Me dijeron.

Ahora estaba en la cama. Despierto, mas no podía moverme. Mi cuerpo no respondía. 'Sí, eso de los extraterrestes. Son los ángeles, los asistentes de Dios'
Miedo
No podía moverme, aunque quería.
...Si esos son ángeles, puta que son feas las creaciones...
'Dios no existe, mierda.'
¡Ana! Demonios, no podía hablar. Mi voz no salía. Estaba paralizado.
¡Anaaaaaaaaa! un leve quejido salía de mi garganta. Mis cuerdas apenas vibraban
...Cada vez que no podía moverme. Cada vez que me sucedía lo mismo tenía la certeza que ellos estaban ahí. Mirándome. Sabiendo que no podía mover mi cuerpo. Sabiendo que no quería abrir los ojos por el miedo que tenía a encontrármelos ahí...
Junté toda mi fuerza de voluntad y me encaminé hacia su cama.
'Hacía años que no dormía contigo, Ana. Tuve una pesadilla'
'Tranquilo' Me respondió. 'Dios te cuida'

Dios...

Estaba en mi cama. No podía moverme, otra vez. La música sonaba fuerte y difusa.
Estaban cerca de mi cama. Observándome, otra vez. Su música sonaba fuerte y difusa.
Junté toda mi fuerza de voluntad y traté de caminar. Lo logré. Caminé un poco... tropecé y me enredé con las cuerdas... pero tenía mucho sueño.

Mucho sueño...

Estaba en mi cama. No podía moverme. Tenía miedo. De verdad.
'¿Qué quieren?' Estaba desesperado.

...

Estaba en mi cama, otra vez. No podía moverme. Las lágrimas recorrían mis mejillas. ¿Por qué otra vez vienen hacia mi? No los necesito. Váyanse. Mas las palabras nunca lograron salir de mi boca. Me senté... El sueño me venció otra vez.

Dormir, sólo dormir...

Estaba en mi cama. No sé si podía moverme. Siento cómo pasan el dedo por la planta de mis pies. Un frio temblor recorrió mi columna, subiendo, malvado hacia mi cabeza. Confusión, Miedo, otra vez.

...

Estaba en mi cama. Me levanté. Me miré al espejo veía mi interior, vacío. Solo. '¿Todavía les temes?'
Comí un pan. De reojo le vi moverse. Sentí miedo. Ahora yo quería no poder moverme... pero podía...

15/4/07

Hey, Remember That Time When I Od'Ded, For The Second Time?

Después de pasar por mi cuerpo desnudo aquella horrible loción que prometía arreglar mis problemas, vi con horror que gran parte de mi piel se cubría de puntos rojos que daban mucha más comezón de lo que podría soportar, a si que opté por no hacer nada, por el momento.
Después de sentirme bien, por haber seguido mis instintos automedicantes, pasé gran parte de la noche despierto mirando la silla mientras el mundo flotaba alrededor. El único punto de soporte era la silla... el remedio pasaba a través de mis poros y nada parecía cambiar. ¿Podría, por lo menos, haber algún efecto placebo? Me dió hambre, me levanté... sólo para notar que mis piernas no estaban funcionando bien, que no podía caminar si no el mundo flotaría en pelotitas de color pastel, quizás azul pastel... quizás celeste pastel.
De repente aparece frente a mi la hermosa Frou Frou y dice: "Qué bueno que estás enamorado. Te sienta (Como cualquier cosa)... Estoy feliz que estés enamorado... porque cualquier color va contigo". Así, sentí una plancha ardiente pasar por eshte corazoncito que late por xxx. Me di cuenta que Frou Frou no cantaba para mí. Cantaba desde mí hacia Juan Cristóbal. Maldito Juan Cristóbal... no te dejo de querer. Pero dejé de quererte. Y las horas pasaban dentro de una nave piloteada por un gato con orejas de pikachu.
...Ya sé... rosado pastel...
En un segundo estaba durmiendo en la cama que no quería estar. Y siento a mi primo cantar con una mujer... -No hay respeto- pensé, mientras las bolitas pastel se convertían en bolitas eléctricas... lo siento subir a mi pieza...
-Tienes plata?-
-Sí-
-Dame-
-Sí, cuánto-
-No sé-
-¿Me la vas a devolver?-
-No sé-
-Toma- le dije, mientras le daba unos billetes.
-Tenemos xxxxx ¿quieres?-
-No sé, me puse XxX, ¿Será seguro?-
-¿Cuándo te ha importado?-
-Dale, me levanto y le damos. ¿Quién está abajo?-
-Tu mina-
-¿Mi mino? dije mientras los ojos se abrían y denotaban unas pupilas extremadamente dilatadas-
-Tu mina, weón. Tu mino no te pesca.- Respondió él triunfante.
-Ándate a la mierda y dile que no quiero verla.- Dije, mientras notaba que estaba completamente desnudo frente a él... y que no me importaba.

Subió seis horas después pidiéndome más dinero. Tenía la cara desfigurada... se notaba que se había acostado con ella. No me importó, después me vengaría. La culpa no era de él. Creo que es una ninfómana.

Bajé y ni la saludé, decidí tomar una ducha extremadamente caliente, tan caliente que provocaba escosor en toda mi piel. No me importó. No me dolió. El agua caía lentamente, cada burbuja traía una sonrisa de bebé, era como estar en los Teletubbies un millón de veces seguidas, a si que decidí hacer algo al respecto. No vería más Diskoberi Quids ¿O no era así? ¿O sí?... ¿O no?

Probamos xxxxx. Ahí el mundo giró rápidamente... yo era feliz y lo único que importaba era que a nadie le importaba. Todo seguía igual y el mundo se oscureció... Por segunda vez dentro de una malla de frenesí, golpes y recuerdos de weás estúpidas que en ese momento se vuelven importantes