15/7/11

Los estados.

Qué curioso leer mis posts de nuevo. Al final muchos eran un presagio de lo que vendría en el futuro inmediato.
Escribía con esa intranquilidad de los que saben que más tarde iba a llover pero, obvio, no era siempre así. A veces quería dejar en cierto código cosas que estaba sintiendo; cosas que ni siquiera yo ahora puedo descifrar están escritas acá -sólo puedo acercarme al cómo-me-siento/sentía cada que las leo- pero están acá como jeroglíficos destinados a ser entendidos por mi inconsciente y nadie más.

Recuerdo los sucesos de febrero y pienso en cómo ese mes destruyó absolutamente todo. Ahora, parado desde acá, veo los edificios derrumbados y las pequeñas porciones de mi cuerpo (esas que son más pesadas y grandes por pequeñas que las haga parecer) que insisten en quedarse estáticas, que odian la entropía de este sistema y buscan el cero absoluto. Para no moverse más.
Dentro de la desolación, han encontrado un nido donde vivir (in)comodamente y se anclan, para bien, para mal, para bien, para mal, para bien, para mal, para bien, para vivir, para mal, para sutilmente decir que estás jodido, para bien, para mal, para no sentir ni vivir.

Me paro en medio de las cenizas mientras se cae el polvo de mis manos y quedo impávido ahí, mientras mis otras partes me urgen a la acción, hay un algo que no sé, algo que no tiene nombre, quizás, que me fuerza, que me dice que febrero, el destructor dejó su trabajo a medio hacer como forma de castigo o aprendizaje, no lo sabe ni lo sé ni losabenellos.

Creo que he sido más sincero con JS que con mucha gente en este último tiempo y no sé. Ha hecho que me cuestione hartas cosas que él no entiende.
Me pregunto en qué terminará todo esto.