-Más obvio.- Dije con seguridad. No podría ser tan difícil, mientras me recostaba en la cama, preparado.
-OK.- Continuó mientras tocaba mi cara en una tierna caricia. Sus ojos celeste no podían ser más hechiceros, su pelo largo, negro caía liso hacia mi rostro. -Dilo, entonces.- Me pidió para estar segura.
Subí los ojos con cara de aburrido. -Juro que no me arrepentiré a mitad de camino, Daniela. No me huevees tan temprano.-
Sonrió.
-"Hoy sólo puedes dar respuestas directas verdaderas. Nada de mentiras, nada de evasiones, nada de omisiones."- Sentenció mientras volteaba.
-¡Ouch!- Lamenté, pues si así empezaba, las próximas iban a ser más complicadas. -¿Cómo...?- No alcancé a terminar la frase.
-No te hagai, hay que atacarla de una.-
-¿Ni siquiera cuando me pregunten si he comido?- Pregunté con cara de pena.
-Como se nota que nadie te ha entrenado.- Se mofó. -Toma.- Dijo mientras me tiraba un paquete de galletas de granola. -Tenlas cerca contigo siempre y tira una cada hora. No es necesario mentir si no te preguntan.-
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