Ahora es casi liberador pensar que podré coger con quien quiera sin tener que preocuparme de lo que pueda pensar.
A marcionada, mariconada y media dice mi tía.
Y más tarde intenta hacerme comer. Dice que se preocupa por mí. Entonces me siento liberado porque se siente culpable. Sé que se siente culpable y yo ahora le digo ¡Tu preocupación me importa un carajo! Y me siento a beber agua, dos litros.
Por fin volveré a mi peso normal.
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